Para empezar, debo contarte una anécdota. Hace muchos años atrás, cuando mi hija era pequeña, nos fuimos a un laberinto gigante y estuvimos con ella tratando de encontrar la salida, sabíamos donde era la entrada, en ese largo proceso, mi hija me preguntó: ‘Papi, ¿y si nos perdemos?’. A lo que yo le respondí: ‘No hija, no te preocupes’, porque estaba temerosa, no disfrutaba el camino, solo se angustiaba.

Eso es lo que hace exactamente Dios con nuestras vidas, Él diseñó un plan para nosotros, en el cual, nosotros vamos a caminar llegando al lugar que el Señor quiere que vayamos, ya está todo preparado, pero el diablo también tiene un plan para nosotros, con su propio laberinto para que nosotros caminemos en ellos.

Pero, nos debemos asegurar que estamos caminando en los planes de Dios, porque cuando enfrentamos dificultades, son momentáneas, porque en realidad, la vida ya está resuelta. Cuando yo caminó bajo el plan del Dios, lo que yo me aseguro es, que esté en la voluntad de Él.

Debemos asegurarnos de que no estamos caminando bajo los planes del diablo, porque ese plan es el de la destrucción, por eso esto nos dice la Biblia, Isaías 26:7 NTV, 'Sin embargo, para los que son justos, el camino no es empinado ni accidentado. Tú eres Dios. Haces lo que es justo y allanas el camino delante de ellos.'

Dios nos prepara el camino, no es empinado, donde resbales y fracases, no es un camino espinoso o descompuesto, ya todo está preparado, pero nadie te ha dicho que es fácil, siempre tendremos que dar vueltas o a veces se tornará complicado.

ORACIÓN

Padre Celestial, en el nombre del Señor Jesucristo de Nazaret, hoy te damos las gracias por un día más de vida y permitirnos conocer más de tu maravillosa palabra. 

Mi Dios, gracias por enseñarnos e indicarnos que Tu ya preparaste nuestro camino y la ruta por la que vamos a viajar, pero a veces damos muchas vueltas, no todos sabemos cómo llegar a la salida.

Gracias por darnos la confianza de saber que la vida está resuelta para los que creemos en ti.

En el nombre del Señor Jesucristo de Nazaret.

Amén y amén, ¡Bendiciones!