Hebreos 6:10 (NTV) Pues Dios no es injusto. No olvidará con cuánto esfuerzo han trabajado para él y cómo han demostrado su amor por él sirviendo a otros creyentes como todavía lo hacen.

La Biblia declara que Dios no es injusto. Esto significa que a Él no se le escapa ningún detalle de lo que hacemos en favor de los demás, en favor de Él mismo o en favor de su reino. Cada día tenemos la oportunidad de actuar en alguna de estas tres áreas, y todas son importantes.

En primer lugar, hacer algo en favor de los demás puede ser tan sencillo como un buen gesto, un saludo amable o una palabra de afirmación a quien nos atiende. Puede ser un mensaje de ánimo a quien está desmotivado o una oración por quien atraviesa una dificultad. Quizá no podamos resolver su problema y tal vez ni siquiera veamos la respuesta inmediata a la oración. Sin embargo, la persona siempre recordará que en su momento de mayor dolor estuviste allí para orar y apoyarla. Ese gesto impacta profundamente, y Dios lo ve.

En segundo lugar, hacer algo en favor de Dios implica obedecer sus principios y actuar conforme a su palabra, incluso si eso significa renunciar a deseos personales. Por ejemplo, evitar conversaciones inapropiadas con alguien que no es tu cónyuge es una manera de honrarlo. También lo es adorarle, agradecerle, leer su palabra y cantarle. Aunque nadie más lo vea, Dios sí lo ve y lo valora, porque demuestras que confías en Él y que su palabra es más importante que cualquier otra enseñanza o influencia.

En tercer lugar, hacer algo en favor de su reino significa involucrarte en la obra de Dios. Puede ser servir como voluntario en la iglesia, ayudar a acomodar personas, trabajar en el área técnica, enseñar, orar por otros o participar en cualquier ministerio. Nada de lo que hagas para su reino pasa desapercibido para el Señor, y todo esfuerzo será recompensado.

La promesa de Hebreos 6:10 es clara: Dios no olvida el amor que mostramos sirviendo a otros y trabajando para Él. Así que sigamos sirviendo con alegría, porque vale la pena.

ORACIÓN

Padre celestial, en el nombre de Jesús de Nazaret, te damos gracias por la oportunidad de recibir tu palabra. Es reconfortante saber que tú no olvidas ni el más pequeño esfuerzo que hacemos por ti, por tu obra o por los demás. Señor, muchos han acumulado un gran crédito de acciones hechas con amor y entrega. Tú eres galardonador y recompensador; a ti no se te escapa ni un solo detalle.

Te pido, Dios mío, que des fuerzas nuevas a quienes sirven fielmente para que no desfallezcan, para que no piensen que su labor no vale la pena o que nadie lo nota. Sorpréndelos, Señor, recompensándolos con salud física, provisión abundante y amor genuino de personas sinceras que los rodeen.

Bendice y protege a quienes ya están comprometidos con tu obra y toca el corazón de quienes aún no han dado el siguiente paso, para que se animen a involucrarse más y servir con alegría. Te lo pedimos en el nombre poderoso de Jesús de Nazaret.

Amén y amén.

¡Bendiciones!