Apocalipsis 2:17 RVR1960 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.

La promesa que da Dios es de gran importancia reconocer y tener conciencia del hecho de que el Señor nos dará un nuevo nombre y porque nos debería de importar.

Como padres el ser humano regularmente busca un nombre que sea especial para asignarlo a su hijo, no hay padres que lo pongan solo al azar o porque haya sido el primer nombre que se le ocurrió, padres jóvenes buscan conjuntamente con sus esposas y se preguntan: - ¿Como se llamara nuestro hijo?, comienzan a esmerarse e incluso hacen una lista y descalifican los que no les parece hasta que finalmente lo obtienen.

Con el paso del tiempo en las familias existe un “cambio de nombre” en su hijo porque, aunque le hayan puesto Carlos, por ejemplo, el padre es capaz de cambiarlo conforme crece el niño y llamarlo mi campeón, tigre, león, príncipe o mi tesoro, en el caso de las mujeres pasa lo mismo llegan a llamarlas mi princesa, hermosa, vida, cariño etc., los padres comienzan a cambiar los nombres conforme a la relación que se vaya desarrollando con sus hijos a causa de una conexión emocional de amor profunda.

Cuando en la Biblia dice que Él nos va a cambiar el nombre, nos va a entregar una piedrecita blanca y en ella escrito un nuevo nombre, el cual nadie conoce sino solamente la persona que lo reciba, Dios como padre conforme a el crecimiento de cada uno y la relación que vamos teniendo con Él, también tiene esa capacidad de llamarnos por un nombre distinto a cada uno de nosotros.

El nombre que te asignará Dios, nadie más lo sabrá además de ti, esto es una promesa divina, porque el nombre que tenemos hoy para vivir en este espectro terrenal no nos va alcanzar para vivir en el espectro celestial, cada uno tendrá un nuevo nombre el cual será especial, asignado por el Padre eterno, perfecto y el que nunca falla.

Lo más importante es que cada ser humano se esfuerce y esmere porque cuando ese nombre en el cielo se susurre, estes seguro y presente que cuando el Padre lo llame, tu puedas decir: - aquí estoy Papá, he venido a la cita contigo, este encuentro que tanto anhelaba y esperaba. 

Es por esta razón que la Biblia nos motiva a tener el oído para escuchar la palabra de Dios para guardarla la fe, perseverar hasta el final, mantenernos firmes en lo que creemos en el evangelio y para que aquel día se nos pueda entregar una piedrecita blanca con un nuevo nombre escrito.

El Señor tiene un nombre inimaginable para cada uno, no es terrenal o común, es un nombre 100 % espiritual y aquel día que Él hable, tenemos que estar presentes en el cielo, ora y pídele al señor que te dé fuerzas para estar presente aquel día siendo llamado por tu nuevo nombre.

ORACIÓN

Padre Celestial, en el nombre de Jesús de Nazaret, quiero darte las gracias, porque tu palabra siempre nos inspira, fortalece y da el impulso necesario para mantenernos firmes.

Tu palabra Señor es verdadera y una promesa divina escrita para cada uno,  donde nos has dicho que nos darás un nuevo nombre y eso nos hace sentir amados, especiales y sentir que la relación que tenemos contigo es única, especial y tú señor nos asignarás un nuevo nombre.

Quiero pedirte señor que me des las fuerzas necesarias para mantenerse presente y firme en aquel día que llames mi nuevo nombre asignado por ti mi Dios.

Gracias Padre en el nombre de Jesucristo de Nazaret.

Amén y amén.

¡Bendiciones!