Romanos 8:24 RVR1960 Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo?

Cuando nosotros estamos presentando alguna complicación en el tema de nuestra salud o del cuerpo y esperamos una intervención divina o una cura celestial, muchas veces, la mayoría de nosotros, esperamos que Dios responda en nuestro tiempo y a nuestra manera.

Ejemplo, si me detectaron una mancha en el hígado y me han dicho los médicos que es muy probable que sea cáncer del hígado, entonces nosotros pedimos a Dios de inmediato, ‘Señor, sálvame y sáname ya y quítame esta mancha del hígado para no tener este cáncer’.

Entonces, le ponemos a Dios nuestras condiciones, tenemos una idea preconcebida de cómo debería ser el milagro o cómo y cuándo debería de ser la sanidad. Sin embargo, nuestros planes no son los mismos que Dios tiene para nuestras vidas, si nosotros ya tenemos ideas meditadas sobre cómo debería actuar Dios, pues entonces no habría esperanza.

Si existiera el parámetro, el cual ya sabemos cómo y cuál sería la manera para sanarnos de una enfermedad, cuando nos faltan finanzas, ya sabemos cómo debe actuar Dios o si abrimos un negocio, ya sabemos en qué momento Dios abrirá la puerta que tanto necesitábamos, pero eso no es así… porque no existiría la esperanza.

Porque la Biblia dice claramente, ‘pero la esperanza que se ve, no es esperanza’, es decir, lo que tú ya sabes que va a pasar, no es esperanza. La manera en la que tú esperas la respuesta de Dios no tiene emoción.

A Dios debemos darle su espacio para que responda de manera sobre natural, esa es la verdadera esperanza, tenemos que esperar y confiar en Él, para que opere de una manera sobrenatural y maravilla a favor de nosotros.

En este punto me acuerdo del pueblo de los judíos, que se encontraban frente al mar rojo y detrás de ellos estaba el ejercito de faraón, entonces, seguramente, ellos tenían su manera, en la que cómo creían que Dios debía de responder, y tal vez ellos esperaban que cayera un rayo y matara a todo el ejército, tal vez esa era la manera preconcebida que creían los judíos.

Pero no… cada vez que se acercaban más, no les caía ningún rayo, los soldados seguían amenazando con sus armas detrás de los judíos y ahí, cuando parecía el último momento, que ya nos había respuesta o solución, es cuando aparece la manera de Dios, con el fin de sorprendernos. Ese es el momento que se abre el mar rojo, algo totalmente imposible que suceda, pero los judíos lograron atravesarlo sin ser perseguidos por el ejército de faraón.

Esta es la verdadera esperanza, saber que Dios va a responder, pero no a nuestra manera, sino a la suya, porque es maravillosa y poderosa, que nos va a sorprender. Esta es la verdadera esperanza. Yo no sé cómo va a actuar Dios, solo sé que, en mi caminar voy a necesitar de Él.

ORACIÓN

Padre Amado, en el nombre de Jesús, hoy te damos las gracias por un día más de vida y por acércanos a nosotros por medio de tu maravillosa palabra.

Mi Dios, hoy entendimos cuál es la verdadera esperanza, la que albergamos en nuestro corazón, porque tú eres un Dios sobrenatural, el cual no conocemos cómo va a actuar, porque todas tus decisiones y acciones son para nuestro beneficio.

En el nombre de Jesucristo de Nazaret.

Amén y amén.

¡Bendiciones!