- 21 Jul 2025
- Category: Devocional
El Devocional: Honra A Quien La Merece
Génesis 35:8 (NTV) Poco tiempo después murió Débora, la mujer que había cuidado a Rebeca desde niña, y fue enterrada bajo el roble que está en el valle de Betel. Desde entonces ese lugar fue llamado Alón-bacut (que significa «roble del llanto»).
En este caso específico, hablamos de una mujer de la que solo se menciona un versículo en la Biblia, pero qué versículo tan poderoso. Débora dedicó toda su vida a un solo propósito, cuidar de Rebeca.
Débora acompañó a Rebeca en su crecimiento y viajó con ella a diferentes ciudades y territorios. Fue una figura de confianza, una cuidadora incansable. Cuando Jacob llegó a la tierra de Labán y conoció a Rebeca, ella debía ser una joven de aproximadamente 20 a 30 años. Débora ya había estado con ella todo ese tiempo, velando por su bienestar.
Jacob se casó con Raquel, el amor de su vida. Aunque tuvo hijos con otras esposas, su corazón siempre perteneció a Raquel. Ella formaba parte de la promesa de Dios, pues de su descendencia vendría el Mesías. Sin embargo, Raquel enfrentó dificultades, fue estéril y sufrió mucho. En medio de sus luchas, siempre estuvo Débora, apoyándola, aconsejándola y acompañándola en cada proceso.
Débora no solo cuidó de Rebeca en su infancia, sino que permaneció con ella hasta su matrimonio con Jacob. Y cuando Jacob decidió marcharse después de 20 años de trabajo para su suegro, Débora también lo acompañó. Fue testigo de cada etapa de la vida de Rebeca y Raquel, viajando con ellos a distintas aldeas y siguiendo la dirección de Dios.
En un momento crucial, Dios le dijo a Jacob: "Vete a la tierra de Betel, donde un día tuviste un sueño". Aquel sueño famoso donde Jacob vio una escalera conectada al cielo, con ángeles subiendo y bajando. Cuando se dirigieron a ese lugar, Jacob y Raquel ya tenían hijos y rondaban los 50 años, mientras que Débora probablemente tenía entre 80 y 90 años.
Solo un versículo en la Biblia menciona su muerte, pero ¡qué homenaje tan grande! Todo el campamento lloró su pérdida: Jacob, sus esposas, sus hijos, los futuros patriarcas de las 12 tribus de Israel. Debió ser una mujer especial, entregada y amada por todos.
Débora dedicó su vida entera a cuidar de Rebeca, la mujer que sería la madre de la simiente del Mesías. Aunque ella misma nunca conoció la magnitud de su impacto, Dios honró su vida. La enterraron bajo un roble y renombraron el lugar como "Roble del llanto". Un reconocimiento divino a una vida de servicio.
Hoy, este pasaje nos recuerda que Dios sigue honrando a quienes dedican su vida a su obra. Todo lo que hagas por Él, por un líder, por un pastor, por una iglesia, nunca quedará sin recompensa. Dios lo ve y lo bendice. Sigue apoyando la obra del Señor.
ORACIÓN
Padre Celestial, en el nombre de Jesús te damos gracias por la oportunidad de aprender de tu Palabra. Hoy recordamos a Débora, una mujer cuyo nombre sigue resonando más de cuatro mil años después por su entrega y dedicación a tu Reino. Tal vez ella nunca imaginó el impacto que tendría su vida, pero cumplió con excelencia el propósito que le asignaste.
Señor, esto nos enseña que ninguna acción hecha por tu Reino pasa desapercibida ante ti. Así como en aquellos tiempos hubo una Débora, hoy hay muchas personas sirviendo fielmente: hombres y mujeres que apoyan tu obra, que la hacen avanzar con sus oraciones, su trabajo y su entrega. ¡Nada de eso quedará sin recompensa!
Bendigo a cada persona que, como Débora, ha entregado su vida al servicio de tu Reino. Tal vez el mundo no lo reconozca, pero tú, Señor, honras a quienes cumplen su propósito. Porque en tu Reino, no hay pequeñas acciones; todo lo que se hace para tu gloria tiene un valor eterno.
Gracias, Padre, porque tú siempre recompensas a quienes te sirven con fidelidad. En el nombre de Jesús, oramos.
Amén y amén.
¡Bendiciones!
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