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Una Señal Celestial

El Devocional: La Corona De Mi Trabajo

 

Filipenses 4:1 (NTV) Por lo tanto, mis amados hermanos, manténganse fieles al Señor. Los amo y anhelo verlos, mis queridos amigos, porque ustedes son mi alegría y la corona que recibo por mi trabajo.

 

En la vida, gastamos aproximadamente entre 40 y 50 años en tiempo laboral. Este es el promedio en el que los seres humanos trabajan, producen y se sustentan en este hermoso planeta que Dios diseñó. Algunos destacan más en sus labores, profesionalizan su trabajo, lo expanden y, como resultado, reciben mayores beneficios. Sin embargo, todos tenemos el mismo tiempo promedio para trabajar y laborar.

 

El apóstol Pablo, además de su labor ministerial, tenía un trabajo secular: fabricaba y vendía carpas. Era su medio de sustento, aunque con una ventaja, no tenía que mantener una familia, ya que no se casó ni tuvo hijos biológicos. Esto le permitía desplazarse con mayor facilidad y dedicarse a su trabajo sin mayores responsabilidades familiares. Aunque la Biblia no profundiza en este aspecto de su vida, Pablo no le daba un valor tan grande a este trabajo secular.

 

El verdadero valor que Pablo le daba era a su trabajo ministerial: predicar la Palabra, ganar almas para Cristo, discipular, entrenar, enseñar, orar, ministrar y establecer iglesias en diferentes ciudades. Este trabajo le producía una satisfacción profunda. Él decía: "Ustedes son la corona de mi trabajo". De este ministerio se sentía pleno, alegre y gozoso. Sabía que su labor trascendía y que tenía una recompensa eterna.

 

A diferencia de muchos trabajos que pueden ser olvidados o incluso repudiados por quienes los realizan, Pablo no sentía fastidio ni sufrimiento por su labor ministerial. No le pesaba viajar a otras ciudades para predicar el evangelio, enseñar o resolver conflictos en las comunidades. Al contrario, encontraba felicidad y gozo en ello.

 

Con el paso de los años, Pablo podía mirar atrás y ver el fruto de su trabajo. No solo veía a las personas que habían ganado para Cristo, sino que también sabía que su impacto llegaría a sus hijos, nietos y generaciones futuras. Sus enseñanzas quedaron registradas en la Biblia, y hasta el día de hoy nos impactan. Él estableció doctrinas fundamentales como el arrebatamiento, la resurrección y la estructura de la iglesia cristiana.

 

Por eso, con gran razón, Pablo escribió en Filipenses 4:1: "Por lo tanto, mis amados hermanos, a quienes amo y extraño, ustedes, que son mi alegría y mi corona, manténganse así, firmes en el Señor." La corona de la que habla es una corona de satisfacción, plenitud y trascendencia. Mientras que otros trabajos se quedan en este mundo y con el tiempo desaparecen, el trabajo ministerial trasciende este plano terrenal.

 

Construir casas, comprar carros o lograr éxito material son cosas que se quedan aquí. Pero el trabajo de ganar almas, enseñar la fe y ser instrumentos de Dios para alcanzar corazones es lo que nos brindará esa corona de plenitud. Es la verdadera alegría y la recompensa que perdura para siempre.

 

Les animo a continuar ganando almas para Cristo y predicando el hermoso evangelio del Señor. Que podamos, como Pablo, mirar atrás y ver el fruto de nuestro trabajo, sabiendo que hemos impactado vidas para la eternidad.

 

ORACIÓN

 

 

Padre Celestial, en el nombre de Jesús de Nazaret, te damos gracias porque nos enseñas la importancia de trabajar para sustentarnos en esta tierra. Como el apóstol Pablo, quien fabricaba carpas para su sustento, también nos permites participar en el mejor oficio del mundo, ganar almas, representarte y enseñar acerca de la fe.

 

Señor, permítenos realizar nuestras labores terrenales con dedicación, pero también danos la pasión y la fuerza para dedicarnos al trabajo ministerial. Que podamos, como Pablo, sentir esa plenitud y alegría al ver el fruto de nuestro esfuerzo. Ayúdanos a impactar a más personas, a alcanzar a más familias con el mensaje de salvación.

 

Te pedimos que, al final de nuestras vidas, podamos voltear atrás y ver las semillas que sembramos, las vidas que cambiamos y las almas que ganamos para Ti. Que estas sean la corona de nuestro trabajo, aquello que trasciende este mundo y nos llena de satisfacción eterna.

 

Te damos gracias, Señor, por permitirnos ser instrumentos en Tus manos. Ayúdanos a cumplir con este llamado y a terminar la carrera diciendo: "Lo hemos hecho por Ti y para Ti."

 

En el nombre de Jesús de Nazaret.

 

Amén y amén.

 

¡Bendiciones!

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