2 Corintios 10:3 (NTV) Somos humanos, pero no luchamos como lo hacen los humanos.

Este versículo, aunque corto, es contundente y poderoso. Nos recuerda una verdad importante que a menudo ignoramos o olvidamos: la mayoría de nuestras luchas, batallas y combates no tienen un origen humano o terrenal, sino espiritual.

Como nuestras batallas son de origen espiritual, no debemos enfrentarlas de manera carnal o terrenal, sino espiritual. Sin embargo, se nos olvida esto porque estamos sumergidos en una rutina donde todo lo humanizamos. Vivimos en un mundo materialista que nos absorbe, moviéndonos al ritmo de sus demandas.

Si lo pensamos, la mayoría de nosotros estamos atrapados en una rutina diaria: levantarnos, trabajar ocho, diez o hasta doce horas, llegar a casa, satisfacer necesidades básicas como comer, descansar y entretenerse, para luego repetir el ciclo al día siguiente. Vivimos en una sociedad tan materialista que no hay tiempo para compartir en familia, para conectar como esposos o para fortalecer los lazos con nuestros hijos.

Este materialismo nos impide ver el mundo como nos lo recuerda la Biblia: nuestras luchas tienen un origen espiritual. Cuando observamos cómo Jesucristo ministró durante Su tiempo en la tierra, notamos que la mayoría de las afecciones de las personas las trató por medio de la fe. En muchas ocasiones, Jesús decía: "Hija, tu fe te ha salvado" o "Tu fe te ha sanado". Él nos enseñó que la mayoría de nuestros dolores, sufrimientos, problemas e incluso enfermedades tienen un origen espiritual.

Sin embargo, lo olvidamos. Como creyentes, caemos en el error de enfrentar nuestras batallas de manera humana y materialista. Pensamos: "¿Cómo salgo de esta? ¿Cómo resuelvo esto? Necesito ganar más dinero para cubrir mis necesidades." Ya no hay espacio en nuestra mente para clamar a Dios y decir: 'Señor, necesito Tu ayuda, Tu provisión y Tu favor.'

El apóstol Pablo nos recuerda en 2 Corintios 10:3: "Somos humanos, pero no luchamos como lo hacen los humanos." Es cierto, llevamos una vida humana, pero no podemos permitir que el materialismo y la rutina nos abrumen hasta el punto de olvidar que, además de seres humanos, somos seres espirituales.

No podemos separar estas dos realidades. Somos seres humanos y espirituales en un solo cuerpo. El error más grave es querer separarlos, viviendo como seres humanos durante la semana y como seres espirituales solo el domingo en la iglesia. Esta separación nos impide vencer nuestras luchas, porque no las enfrentamos desde el lugar correcto: lo espiritual.

ORACIÓN

Padre Celestial, en el nombre de Jesús de Nazaret, te damos gracias por la oportunidad de leer Tu Palabra. Hoy nos has recordado una verdad crucial: la mayoría de nuestras batallas no tienen un origen humano, sino espiritual. Aunque somos humanos, no podemos luchar estas batallas de manera terrenal.

Señor, ayúdanos a recordar que somos seres espirituales. Que aquella persona consciente de su verdadero ser busque soluciones espirituales para sus problemas: clamando a Ti, usando su fe, orando, ayunando, leyendo la Biblia y declarando Tus promesas.

Entregamos en Tus manos a cada persona que hoy enfrenta una batalla fuerte. Que entiendan que el origen de su lucha no es material, terrenal o humano, sino espiritual. Dales las fuerzas necesarias para luchar, pelear y vencer. Dales la victoria, ya sea sobre una enfermedad, una crisis económica, una crisis emocional o un ataque de las tinieblas.

Padre, bendice a cada persona que participa de este devocional. Guíalos, fortalécelos y ayúdalos a mantenerse firmes en la fe. Te damos gracias, Señor, por Tu Palabra y por recordarnos que nuestra victoria está en Ti. Oramos en el nombre de Jesús de Nazaret. 

Amén y amén.

¡Bendiciones!