- 28 May 2025
- Category: Devocional
El Devocional: Sin Lugar A Dudas
Romanos 1:4 (NTV) Y quedó demostrado que era el Hijo de Dios cuando fue resucitado de los muertos mediante el poder del Espíritu Santo. Él es Jesucristo nuestro Señor.
El mensaje del apóstol Pablo en su carta a los romanos no solo impactó a la iglesia de ese tiempo, sino que trasciende como una verdad fundamental para todos los creyentes. El apóstol presenta una declaración contundente: la buena noticia trata sobre Jesucristo, quien es el Hijo de Dios.
El centro del mensaje es claro: todo gira en torno a Jesucristo. Pablo establece una doctrina cristocéntrica, indicando que todo lo que creemos, decimos y practicamos respecto a la fe tiene como base a Jesús. Esta verdad nos llama a enfocar nuestra vida espiritual en él, quien, a diferencia de cualquier otra figura histórica o religiosa, fue resucitado de entre los muertos por el poder del Espíritu Santo.
Esta resurrección no solo es un hecho histórico, sino también un testimonio inquebrantable de que Jesús es el único capaz de vencer a la muerte. No hay ningún otro, por más iluminado, bondadoso o influyente que haya existido, que se compare con Jesucristo. Ninguna figura como María, Buda, Alá o Teresa de Calcuta ha vencido la muerte. Jesucristo es el Rey de reyes y Señor de señores.
Pablo nos desafía a considerar esto: si nuestra fe, nuestras creencias o nuestras acciones no giran en torno al Señor Jesucristo, entonces carecen de fundamento eterno. Podrán ser aparentes expresiones de bondad o espiritualidad, pero solo lo que está centrado en Cristo tiene valor eterno.
La Biblia no es solo un libro de doctrinas vacías, sino una guía práctica para nuestra vida. Cuando vivimos conforme a lo que la Escritura enseña, experimentamos sus beneficios. La fe sin obras está muerta, y actuar conforme a lo que creemos trae transformación a nuestra vida. Por eso, Pablo subraya que Jesús es el centro absoluto de nuestra fe.
Romanos 1:4 nos recuerda una verdad inamovible: “Quedó demostrado que era el Hijo de Dios cuando fue resucitado de los muertos mediante el poder del Espíritu Santo. Él es Jesucristo, nuestro Señor.”
Esta afirmación es la base del mensaje de salvación: Jesucristo no solo es el Hijo de Dios, sino también nuestro Señor. Si somos portadores de la Biblia y creemos en el Dios del cielo, debemos reconocer a Jesús como el centro de todo. Esta verdad es innegable y transforma nuestra vida cuando la hacemos nuestra.
ORACIÓN
Padre Celestial, en el nombre de Jesús de Nazaret, te damos gracias por la oportunidad de compartir tu palabra y meditar en el mensaje del evangelio, que es acerca de tu Hijo Jesucristo. Reconocemos que todo gira en torno a él, como lo estableció el apóstol Pablo y como lo declara tu Escritura.
Señor, no hay lugar a dudas en nuestro corazón: Jesús es el centro de todo. Él es el Rey de reyes y Señor de señores. Ante él, toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Jesús es el Señor. Te honramos y reconocemos que no hay nadie como él, ni lo ha habido ni lo habrá.
Gracias, Padre, por esta esperanza. Sabemos que al poner nuestra fe en Jesús, todo estará bien y obrará para nuestro bien. Con esta paz y tranquilidad, descansamos en ti. Oramos con acción de gracias, en el nombre poderoso de Jesucristo de Nazaret.
Amén y amén.
¡Bendiciones!
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