Apocalipsis 2:3 (NTV) Has sufrido por mi nombre con paciencia sin darte por vencido.

Este mensaje es uno que Dios dirige específicamente a la iglesia de Éfeso. Antes de revelarle a Juan todo lo que iba a suceder en los últimos tiempos de la humanidad, el Señor Jesús le encarga enviar un mensaje a las siete iglesias principales de aquella época. Jesús mismo, revelado a Juan, le pide que escriba lo que Él dicta para cada una de ellas.

El mensaje que leemos en Apocalipsis 2:3 va dirigido a la iglesia de Éfeso. Jesús declara que conoce todo lo que esta iglesia ha vivido, tanto en el presente como en el pasado. Les dice: “Has sufrido por mi nombre con paciencia, sin darte por vencido.”

La iglesia de Éfeso era una iglesia guerrera, valiente, con una enorme capacidad para soportar el sufrimiento. Espiritualmente, se enfrentó contra un demonio territorial de alto rango. En esa ciudad se adoraba a la diosa Diana (Artemisa en griego), y su templo era considerado una de las siete maravillas del mundo antiguo. Era un destino turístico que atraía a miles de personas y generaba grandes ingresos a los plateros que fabricaban estatuillas de la diosa.

Cuando el evangelio llegó a Éfeso a través de los apóstoles, la iglesia de Cristo comenzó a establecerse, enfrentándose a una fuerte oposición. Los discípulos fueron llevados a juicio, encarcelados, perseguidos, e incluso martirizados. Por eso Jesús les dice: “Sé que han aguantado con paciencia y soportado con dolor.”

La iglesia de Éfeso no solo desafió el sistema religioso y económico de su tiempo, sino que además causó un cambio profundo en la ciudad. El negocio de los plateros se vino abajo, el templo perdió su relevancia, y el cristianismo comenzó a expandirse. La Biblia también menciona que muchas personas trajeron sus libros de brujería y hechicería para quemarlos públicamente, abandonando sus antiguas prácticas espirituales.

Esta iglesia era verdaderamente campeona: entrenada para resistir la persecución, el sufrimiento y el dolor, con una paciencia y determinación inquebrantables. Su nivel de resistencia era extraordinario, y su amor por la obra de Dios los mantuvo firmes frente a toda oposición.

Y hoy, queridos hermanos, este mensaje también es para ustedes. Muchos de los que participan de este devocional probablemente han sentido que sus esfuerzos por la obra de Dios han pasado desapercibidos: visitar a alguien que dejó de asistir a la iglesia, llamar a una persona que está siendo tentada a alejarse, acompañar en medio de una prueba, insistir en el llamado, servir en lo invisible. Pero les aseguro: ¡Jesús lo ha visto todo!

Él conoce cada esfuerzo que has hecho por amor a los perdidos, cada sacrificio, cada muestra de paciencia, cada vez que decidiste no rendirte. El Señor lleva nota detallada de todo lo que haces por Su nombre. Su respaldo está contigo. Y aunque hayas sido criticado, señalado, juzgado —incluso por tu propia familia—, Jesús te dice hoy: “Eres un campeón, una campeona. No te das por vencido.”

Quizás no te apoyaron en tu llamado ministerial, quizás hablaron mal de ti, te incomprendieron o hasta se opusieron, pero el Señor te afirma hoy: “Eres un guerrero, una guerrera.” Has soportado tristeza, dolor, críticas y oposición, pero sigues firme. Continúa adelante.

ORACIÓN

Padre Celestial, en el nombre de Jesús de Nazaret, te damos gracias por tu palabra, por este ánimo y este aliento que siempre nos infundes. Gracias por recordarnos que tú llevas un registro exacto de todo lo que hemos hecho por causa de tu obra y de tu nombre. Este mensaje que enviaste a la iglesia de Éfeso también lo hacemos nuestro hoy.

Señor, reconocemos que hemos vivido años de servicio sin darnos por vencidos. Hemos sido pacientes, aunque enfrentamos oposición a veces incluso de nuestra propia familia, y hemos seguido adelante porque tu presencia y tu respaldo nos fortalecen.

Gracias por llamarnos campeones, guerreros, hombres y mujeres con un elevado nivel de resistencia. Sabemos que muchos de los que están participando de este devocional han pasado por momentos muy difíciles: han sido perseguidos, criticados, poco entendidos. Pero, como la iglesia de Éfeso, han resistido. Han seguido su llamado. Han soportado, perseverado y se han mantenido firmes.

Todo lo que han hecho, lo han hecho por amor a ti, Señor Jesús. Por eso mi oración hoy es que los fortalezcas, que cuides de sus vidas, sus matrimonios, sus familias. Que mientras ellos sirven tu obra, tú también los guardes y los bendigas.

Padre Celestial, te damos las gracias y oramos en el nombre de Jesús de Nazaret. 

Amén y amén.

¡Bendiciones!